martes, 26 de mayo de 2015

"El tránsito" en diez mordiscos (I)

El tránsito está cerca, muy cerca. Casi puede olerse el hedor a carne emponzoñada y a tierra fangosa. Los huesos crujen castigados por la humedad cruel... Humanos e infectados buscan el refugio del papel recién salido de la imprenta, que los mantendrá secos y hará pervivir sus miserias hasta el fin de los días. A modo de aperitivo -consumidlo vorazmente, por favor-, os sirvo en bandeja de plata ennegrecida unas citas extraídas directamente de la novela, una por capítulo. Ahí van las cinco primeras. Que aproveche.

1.  La desesperación vive arriba
«Pero ya era demasiado tarde, el silencio, la mejor arma defensiva y la única inagotable de que disponían, se había roto en pedazos y la calma tardaría mucho en regresar […]»

2.  Operación Amanecer IV
«El cojín descolorido en que figuraba una vieja estrella del pop recibió el sollozo amortiguado de una mujer deshecha»

3.  Un tranvía llamado infierno
«Dos descerebrados jóvenes […] galopaban armoniosamente avenidos en dirección a Germán, […] con el objetivo último de devorarlo. Sus bocas eran dos zanjas enormes sin labios, como si se hubieran contagiado el RM-02 simultáneamente, en un último beso de lujuria caníbal mientras yacían en el lecho conyugal.»

4.  El paraguas de colores
«La teniente Navarro rebasó la verja que rodeaba el cementerio […]. En ese momento reflexionaba en que una especie que tenía que proteger de sí misma incluso a los muertos por medio de vallas y alambradas quizás era merecedora de una lacra asoladora como la del virus.»

5.  Otro whisky, por favor
«[…] —¿Y tú eres?
—Germán […] Estoy pensando en cambiarme el nombre por el de Joseph Stalin. A quién podría importarle.»

domingo, 3 de mayo de 2015

Un público difícil

A mí no se me da del todo bien comunicarme con las personas. Soy muy tímido. No sé qué decir en los ascensores y los silencios incómodos parecen reducir las dimensiones del cubículo como sucede en las trampas de Indiana Jones. Cuando alguien me cuenta una supuesta gran noticia y yo no la considero tal, me cuesta horrores enmascarar la indiferencia. La gente que no me conoce demasiado se pierde en mis ironías y cuando hay un bebé alrededor, directamente no me sale la vocecilla bobalicona que todo el mundo pone y que suponemos sin base científica alguna que los retoños agradecen.

Es más que posible que en breve El tránsito me lleve a enfrentarme a mis demonios escénicos en forma de presentaciones públicas de la novela. Seguro que luego no es para tanto, que las disfrutaré incluso, pero el estómago se solivianta de sólo pensarlo. Por suerte, el destino me ha dado la oportunidad de entrenar mis fobias y de paso colaborar con una bonita idea. Bueno, he escrito «destino» cuando tendría que haber dicho «mi madre». Publicista y relaciones públicas casi superando a mi editorial, mi madre está haciendo una labor de marketing digna de Don Draper y sus compinches. Medio Jaén sabe que su hijo está a punto de publicar su primer libro. Su empeño y su orgullo materno me enternecen de verdad.

Mi madre, enamorada de su trabajo, ejerce desde algunos años en el CEIP Alfredo Cazabán de Jaén, colegio en el que estudié la primaria. Mi limitada capacidad para expresar sentimientos provocan que no sea muy proclive a manifestar euforias. Sin embargo, no me da rubor afirmar que en este colegio —palabra que se queda corta para definir todo lo que un niño vive en él— pasé algunos de los mejores años de mi vida. El caso es que a Amparo, mi madre, con la idea de celebrar el Día del Libro en su colegio, devolver la gratitud de un antiguo alumno a la institución y quizás presumir —un poquito sólo— de hijo, se le ocurrió que me dirigiera a los niños del cole para contarles mi experiencia como escritor novel y como viejo corredor de pasillos del Alfredo Cazabán. Como vivo en Málaga y no podía hablarles de viva voz, grabamos un video para que los chavales lo vieran en clase. Ponerme delante de una cámara, aunque fuera de un móvil y en el pasillo de casa, también tuvo lo suyo de traumático. El primer intento fue el bueno. No creo que hubiese podido hablar durante cuatro minutos seguidos a alumnos de primaria una segunda vez. Continuando con mis intentos por quitarme esta dichosa vergüenza, os muestro un breve corte del video que preparamos para los pupilos del Alfredo Cazabán. Mi único consejo para ellos, tópico pero indiscutible, es que disfruten del colegio y que no dejen de hacer lo que más les gusta. Mi petición para los maestros es que insistan más en potenciar la expresión oral de los niños en público. Que luego pasa lo que pasa y tiene uno que ponerse a escribir por no atreverse a decir las cosas a pecho descubierto.


*Quiero agradecer a Ana Cervidanes, Francisco Álvarez y Trinidad Moral, profesionales del CEIP Alfredo Cazabán, la amabilidad por dejarme colaborar en este bonito regreso al pasado… Y a mi madre le deseo un feliz Día de la Madre, que se lo merece más que nadie.